martes, 2 de diciembre de 2008

Todo pasa

Me siento a escribir sin tener claro hacia adonde voy con estas palabras. Tengo en mis circuitos una pregunta:
¿Qué es el tiempo? Rápidamente rememoro las charlas de mate y viene a mi mente palabras y comentarios de incertidumbre pues todos nos sorprendemos con la velocidad de las horas de cada día.
Así asistimos el que mas y el que menos sorprendidos como el día no alcanza, el fin de semana que pronto llega y los aniversarios que se pueden festejar nos pesan por diferentes embrollos personales.
Por propias limitaciones intelectuales y por respeto a Uds. no voy a adentrarme en definiciones de lo que significa el tiempo. Solo eso que pasa rápido y pareciera que es cada vez más.
En mis charlas con los que peinan canas encuentro las mismas miradas de incapacidad de resolución por frenar la crueldad del reloj. Abatidos rememoran algunas anécdotas nostalgiosas, o quedan pausados con la mirada en la nada mientras coinciden que rápido fue todo.
Debería prevenirme que la búsqueda de respuestas parece ya perdida y caigo entonces en la descripción de tal obsesión humana. Y hasta creo estar recorriendo el mismo camino de quienes no saben como ha sido todo tan rápido. Eso me agita y mi alma me exige una reacción. Pero como ola que pretende escapar del mar inexorablemente reconozco el destino final y me dispongo a otras salidas.
En un esfuerzo les sintetizo que esto es ancestral y cada civilización se las ingenio no solo para medirlo sino para dividirlo.
El Sol y la Luna establecieron con sus movimientos aparentes los puntos de referencia para medir. Al comprobar que el sol no siempre salía por el mismo lugar, por medio de estacas (gnomon), se determinaron 365 posiciones diferentes.
Ya era una obsesión hace siglos y así hoy observamos atónitos al Stonehenge, maravilloso. Recordamos al babilónico Naburiano con su medición exacta del año. Y mas acá los relojes de agua egipcios para medir en la noche y en nuestros 80 el espantoso reloj calculadora de muñeca.
El maestro Dolina en una genialidad habla del tiempo como una gran Murga que hechiza a su paso a quienes la oyen, de la cual no hay modo de escaparle, mientras desafía toda sensatez y asegura la originalidad de cada canto.
Algunos intelectuales recurren a la figura de un río para ensayar una explicación diciendo que el tiempo es agua que corre, que no se repite cada hecho. Estos son llevados aguas abajo.
El río compuesto de tiempo y agua, y en el nos perdemos junto a otros rostros.
Como testigos en la orilla vemos pues como las horas, momentos, situaciones van flotando e inmediatamente arrastrados para perderse. No hay manera de interceder.
Ahora me pregunto ¿que hace que, cuando mas jóvenes, el vértigo que provoca esta aceleración temporal no se presentaba? ¿Como es que adolescente tiempo atrás, los días alcanzaban para muchas cosas, que cada estación era aprovechada al máximo? ¿Como es que ahora nuestro tiempo se cocina a fuego fuerte en el brasero de alguna deidad maleva? Con cierta lógica pampeana aguas arriba la corriente es más permisiva y adolece de fuerza erosiva.
Inmediatamente anunciamos que el acceso al mercado laboral nos ingresa a la vorágine que nos fosiliza. Las responsabilidades reales o inventadas por nuestra psiquis nos provoca la aceleración constante. La adultez nos conduce a modificar una impronta de la Existencia que es su simplicidad.
En la ensaladera además como ingredientes se sazonan los dolores de cabeza de alguna complicación o contrariedad de variada data. Todo nos transporta a sentir que los minutos en juego no son suficientes. E inclusive nos adelantamos en el tiempo y ocupamos los minutos en pensar lo que viene.
Alguien dice…El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente.
Apelando a la creatividad me animo a sugerir planes de acción para aquellos náufragos que son batallados por la crueldad de las horas agotadas.
Receta para frenar el tiempo: Hacernos de un intervalo para nosotros y desde ese espacio generar actividades de distensión mental.
Varias porciones del día. O sea algo de tiempo al espejo, calculemos que serian cinco, más un poco a la televisión, y sumo 15 más, alguna cola de pagos evitémosla, y tendremos 15 extras (paguemos otro día).
Y 10 más a alguna actividad que Uds. creen posible. Ya tenemos una espacio, si se quiere una vez por semana, ahora si: hagamos algo que hacíamos y que ya no.
Si el día es soleado caminar seria una opción, si llueve cocinar unos churros para alguien que queremos, si es de noche contemplar las estrellas en compañía de alguien. En fin disfrutemos de esos minutos con música, con juegos, con caricias, con charlas con silencios, con una lectura. Tal vez esto no resuelve los dolores grandes pero distiende tan solo por esta vez.
Confieso que por no tener algunos amigos mas cerca de lo que quisiera me tomo un descanso caminando o lo que creo mejor mirar las estrellas.
En el avistaje nocturno redescubro nuestra insignificancia, la verdadera majestuosidad de la Naturaleza. Pese a que solo mi vista rescata una fracción de la gran cantidad de estrellas trato de imaginar las millones que no, pues es sabido que hay más que granos de arenas en este planeta y esto no es una metáfora.
Me sorprende la dinámica de la visión y recuerdo algunos nombres, muy pocos de los cuerpos brillantes. Pero lo que me extasía es el saber que estoy mirando el Pasado.
Para el desprevenido lector le resumo contándole que la distancia en el Cosmo es medida en años luz.

Un año luz es = a diez billones de km.

Y es de tal magnitud la distancia entre este simple observador y los cuerpos cósmicos que la luz que vemos hoy partió de la estrella cuando no había humanos en la Tierra. Hay quasars tan remotos (ocho a diez mil mill. de años luz) que hoy vemos su brillo pese a que el mismo partió cuando no se había formado la Vía Láctea que habitamos.
Es así, si miramos hacia arriba vemos el Pasado. Y si bien soy un incansable revisor de lo andado no solo mirando estrellas hago el esfuerzo por no perder el control de mí tiempo.
Así trato cuando recuerdo de no dar por finalizado el día cuando volvemos cansados a nuestra casa. De que Diciembre no sea un mes intrascendente y así me propongo generar acciones simples en momentos que creemos que ya esta todo terminado. Así compartir con alguien o en soledad y que me permita salir de la dinámica que nos atosiga la rutina.
La reflexión le cabe a quienes gozan de claridad y la literatura esta inundada de revelaciones pertinentes. Por mi el epílogo será mas previsibles y apuesto por el rescate de momentos en donde nos acercamos a alguien para compartir la correntada del río, antes que el remolino nos separe a la turbulencia de los recuerdos donde los rostros se confunden con los últimos brillos.
El Río parece pero no es tan corto si sabemos disfrutar cada vertiente, cada giro. Pues como la Murga que no repite el canto el torrente no repite su brío.

2 comentarios:

julian dijo...

muy bueno, no me sorprende tu sencibilidad a la hora de expresarte.
Adelante!!!!

Juan Valentini dijo...

Excelente Leandro. Como dijo Kovaskoff "Somos Tiempo". A vivir!