viernes, 26 de diciembre de 2008

Soñar despierto

La reposición de la historia mas reiterada en su mente daba comienzo sin anuncios. Giro hacia un costado aferrado a la almohada, los dedos se estremecieron. Sabia del final del sueño y angustiado busco la salida. Se despertó decididamente, le pareció soñar imágenes repetidas, inquietantes.
Tenía sed y fue en búsqueda de una solución a oscuras. Tomado de la puerta de la heladera su cuerpo tomo color con la luz del artefacto. Empino sobre su boca el recipiente de agua y no pudo evitar que el sueño recorriera su mente aun despierto.
Las imágenes venían del fondo de la jarra: …la gente que llegaba y el lugar tomaba ritmo. Los grupos de conocidos se armaban. El verano prometía mucho sol y la playa se coloreaba todas las mañanas.
Esa tarde el viento empezó a soplar bien fuerte de alta mar. Los nubarrones eran paridos en el horizonte y decididamente buscaban en dirección a tierra en forma desordenada y finalmente cerrando filas. Los últimos grupos que soportaban el viento fresco poco a poco se desarmaban en búsqueda de refugio.
El viento recorría a vuelo rasante por sobre la espuma salina recolectando los ecos de historias de lo profundo del mar.
Se acercaba a la playa a una gran velocidad, para rozar el agua que descansaba en la arena, el viento conocía de su complexión esa mañana. Advertía de su fragancia, de su frescura y no quería pasar desapercibido.
En plena madrugada los primeros rayos alertaron de la tormenta. Se pudo observar como el mar se desnudaba con la intensa electricidad. El viento que ahora jugaba antes intentaba escapar de las olas, que como trampas fatales cerraban su único paso uniéndose y así evitar la huida.
Se adentro a la playa y la sintió fría y húmeda. Todavía la somnolencia lo gobernaba, repaso nuevamente lo sucedido.

La puerta de la heladera libre de la mano se cerró y el ambiente nuevamente quedo a oscuras. El con el recipiente aferrado, aturdido y atormentado busco descanso en la silla próxima. La mirada en la oscuridad repasaba:
…la breve charla alcanzo para saber quien era. Superando las barreras se dejo llevar por la espontaneidad del encuentro. Sorprendida por la interrupción lo miro, tal vez por primera vez, y en segundos largos comenzaron el dialogo. Conciso pero fluido como viejos conocidos. Sus ojos parecían brillar más aun, su corazón latía tan fuerte que tapaba las demás sonidos. La emoción lo desbordaba y toda su piel se estremecía. Fueron varios minutos para saber su nombre y para cruzar generalidades que pretendían ocultar la vibración del encuentro programado desde hace tanto tiempo vaya a saber por quien.
Decidido como su intermisión fue su dispersión. Pronto ella lo perdió de vista y a sabiendas que el tiempo daría otra oportunidad se fue a descansar.

La noche esta plena y la visión se adentra en la oscuridad divisando los objetos. Han pasado años y años y el vuelve a recordar las imágenes sin color: …Avanzo caminando hacia el agua. De pronto el silbido cobarde del viento lo previno. Este escapaba anunciando el poderoso rayo que logro inmovilizar a la tarde, una luz que cegaba, que fulminaba esa clara penumbra vespertina. El mar, en un gris plomo, que se había adueñado de la playa pudo ver por un instante como la tormenta lejana lo pretendía doblegar.
El mar se incomodo sin perder su talle suntuoso, la tormenta lo enajena. Ella sola era capaz de limitar su poder, ese que derrumbaba el ánimo de marineros, la misma prepotencia que talla el perfil de la costa, y eso lo obnubilaba, lo transmuta a una entidad insigne.
Ignorando tal lid se vio avanzando, acercándose a la arena más húmeda, los dedos descalzos pretendieron un dibujo en una línea de sal que demarcaba un gesto iracundo marino de la noche in tempestuosa. Salió a caminar sin saber para donde, y al encontrarse con la playa vacía pues sintio que ya era una buena idea recorrerla. Así es que pronto el agua fresca le rodeo los tobillos y las manos buscaron en el fondo de los bolsillos del abrigo pretendiendo equilibrar la temperatura.
Alejo su vista por detrás de las pequeñas crestas que rompían en lo profundo queriendo buscar la imagen de algún misterio del mar. Encontrar con alguna alimaña náutica que lo desafiara.
De pronto sus ojos percibieron desde el rabillo que una silueta solitaria caminaba alejándose. Su atención fue total cuando al girar para corroborar tal apreciación descubrió que ella había elegido lo mismo. La soledad de semejante escenario era cautivante.
Con más dudas que por la noche su mente se debatía entre quedarse mirándola o seguir sus pasos. Esforzándose para superar la introversión enajenado por el Destino se movió tras ella sin saber que hacer. Ella varios metros adelante se freno en unas piedras que emergían entre la arena y el agua para apreciar la tormenta. Avanzo aun mas hasta alcanzarla, ahí estaba, bella, única, tan especial. Su pelo suelto se dejaba caer desordenado sobre su rostro en un balanceo sensual.
Se miraron y ensayaron una charla desordenada a sabiendas de lo que realmente sus miradas expresaban. Eran sentimientos fuertes que cincelaban, grababan como el orfebre en una pieza única. Las palabras solo eran la viruta que ya en el piso nadie recuerda.
Tampoco importaban las dificultades, las fuerzas del Destino las desdibujaban y solo se avizoraban como suaves ahogos que no impedían. La conexión era visual, intensa e irrepetible, nublaba la razón.
Juntos decidieron avanzar por la playa para caminar, escenario vacío que contemplaban sus insignificantes materias. Pero tanto el mar como la tormenta por unos minutos dejaron de lado sus camorras. Contemplaban la energía mas pura que provoca el encuentro, seres que sintiéndose separados por años, por siglos ahora gozaban del encuentro.
Ya el viento comprendiendo apelo a la tranquilidad convirtiéndose a brisa. Buscando cobijo tras las olas que rompen, percibiendo el momento.
No había contacto físico, ya vendría, solo era estar y saborear el instante. La paciencia era el secreto. Décadas separados por la vida y por la muerte. Poco a poco se recordaban y se adivinaban gestos, reacciones y olores como sacudiendo la amnesia que nubla el pasado.
La sucesión de palabras discurría entre los tonos alegres e íntimos. Se percibía renovación y el más profundo de los sentimientos. Así avanzaban hacia el saliente sin hoja de ruta, tan solo la compañía deseada, desnudos en alma parecían elevarse en sus silencios, entrelazados con sus miradas sin importar el tiempo ni el viento.
El Destino concluyo su obra sellando por enésima vez el viejo compromiso. Rubricado con palabras y miradas que el viento soplo hacia el agua y ya nadie conserva.
Besos y promesas en ese orden llegaron. El encuentro efímero se completo con otras conversaciones más y con ello basto para renovar y confirmar una historia llena de ausencias.
Reiterada en su estilo y con final cerrado esta crónica de lo que nunca fue no parece tener fecha de vencimiento en el mundo de los sueños.
Las sensaciones del cuerpo deseado fueron guardadas para las horas de soledad. Cada imagen y cada tono de voz se convirtieron en compañeros de las tardes de sol o lluvia. Espesas y lentas tardes de desolación.
La ventana por la cual se extrañaban estaba impregnada de pequeños vestigios de caricias ya frías. El viento desde afuera traía mensajes deslucidos que no podían atravesar el vidrio.
Apelando a la memoria visual inicio el recorrido de vuelta al dormitorio. El cansancio reclamaba, ya todo estaba ordenado. No más sueños por hoy, no más angustia pero tampoco olvido. La cinta perversamente se rebobinaba y la tecla de inicio quedaba celosa al menor roce inclusive del viento.

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