martes, 20 de enero de 2009

Olvidos

Algunas personas mientras viven perfeccionan un modo de ser que se asocia a la falta de memoria. Así es que de pequeños tienen la incapacidad de hallar cosas que ellos mismos han visto ubicadas en determinado lugar.
Ya de grandes suelen olvidar el lugar en donde dejan los objetos inclusive los que no son importantes.
La pérdida de memoria se asocia a la reducción en número y complejidad de las dentritas. Estas son ramas de las neuronas que, a través de la sinapsis, reciben y procesan la información de otras células nerviosas. Esto sucede por una sencilla razón: falta de uso. Activar el cerebro es la solución escapando de la rutina, elaborarle “trampas” que modifiquen movimientos automáticos que repetimos cada día.
Los olvidos son hechos que mortifican, sobre todo si además se esta expuesto al observador, que a veces sin siquiera ser victima, con algún gesto nos desaprueba.
Una vez recurriendo a una fuente de ilustración como lo es el reverso en los tacos de los almanaques leí y comprendí el porque del dilema:
“El arte de recordar se asocia con el arte de observar. Fulano 2774 A. C. o contemporáneo, ya no me acuerdo. Pero que sabio che.
Hay personas que no solo olvidan los objetos sino también las personas. Entiéndase nombres, fechas de cumpleaños, rostros que se hacen desconocidos. Esto ya se convierte en un grave problema.
Sean objetos o sean personas estos olvidos llegaron para quedarse. Se debe aprender a convivir con las distracciones y con la desaprobación social por tal descuido.
Esto último me entusiasma por tomar partido por esta porción de la población desfavorecida. Y los excuso con el mismo entusiasmo que excuso a aquellas personas que sufren debilidades en otros terrenos.
Así como no es noble exigir que todos sepan mejorar la jugada de gol de Diego en el 86 a los belgas, o exhortar desafiar y oscurecer la obra de Juan Alberdi también debería ser inapropiado instar a recordar el rostro de la sobrina de un vecino.
Esto no es un capricho: nuestro cuerpo genera oxitocina que parece cumplir un papel importante a la hora de identificar a las personas: su función es reforzar las redes neuronales del cerebro implicadas en distintos disfrutes y la memoria social.
Ya inmerso en la investigación del tema descubro que los olvidos incluyen en realidad temas de difícil resolución. Nuestro cerebro sabiamente lo engloba como olvidos y así nos encontramos con Olvidos que en realidad no lo son y al aflorar laceran.
El pedido de disculpas retrasado,
La visita al medico para ver como nos encontramos,
El trabajo irresuelto en el hogar,
El trabajo demorado en nuestro empleo,
La metida de pata con algún conocido,
El no de una chica que nos gusta,
El helado en el frezzer,
La broma pesada en la adolescencia.

Todo tiene algo en común. Cada hecho nos recorre íntima e intermitentemente el cerebro por días y años. Lo recordamos imprevistamente o concientemente para que ellos nos mortifique por enésima vez.
El ser humano esta codificado en su cimiento de tal manera que no se permite el Olvido, solo se distrae para hacer llevadera las irresoluciones.
Y como todo recuerdo tiene un dejo de tristeza, entonces para que rebroten menos bochornos, sentimientos y desconsuelos la lista se engrosa sabiamente en el Olvido.