viernes, 12 de diciembre de 2008

El trabajo es Salud

Mucho se habla sobre el esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, poetas, filósofos, políticos y demás lo definen desde su óptica. Osados e inquietantes algunos hablan de cierta evolución de un estado primitivo de esclavitud a uno más humano (?) de asalariado. Lo cierto que el trabajo como posibilidad es algo difícil de encontrar en países como el nuestro, los latinoamericanos.
Sea por ser un individuo que no pudo terminar con el nivel primario por las causas de siempre o porque Ud. es un perfecto profesional universitario pues no tiene chances.
Las motivos en la juventud varían para unos entre la lógica falta de formación, o porque es soltero y ello denuncia cierto desorden, porque es casado y ya el trabajo no será lo mas importante, o por la falta de experiencia laboral por ser una persona que solo estudio y no trabajo paralelamente.
O bien más preocupante aun por no ser conocido por alguna persona que tenga directa relación o compromiso con quien genera la posibilidad.
Sin embargo, como entrevistador de personas que quieren trabajar noto con gracia que nunca la persona llega a tal grado de perfección como cuando llena un impreso de solicitud laboral.
De esa manera se aclara con dudoso criterio de los amplios conocimientos en el manejo de computación. ¿Que representa esa aclaración? Parece que estamos a punto de conocer á un experto en sistemas. ¿Tal vez esta exagerando en su capacidad de controlar programas de Windows?
Y cuando leemos que es un experto dominador de nivel medio de Ingles ¿Y cuando tiene conocimientos básicos de Italiano? Esto significa que podrá comunicarse locuazmente con alguien en esos términos y sin embargo puede que escriba Daniel con Ñ.
En países del tercer mundo como el nuestro todo vale para no perder la posibilidad, única tal vez, de acceder a un trabajo formal. Y con ello la excusa acredita cualquier método.
La ansiedad que provoca esta necesidad pone en juego nuestra salud. He visto gente que aprecio que sufre a consecuencia mal humor, gastritis, insomnio, depresión, angustia o lo peor un cóctel provocándole algún tipo de crisis. Pero que esto no quede como un concepto más: crisis es conflicto, es bronca, es remordimiento.
Como profesor me he encontrado con lo más terrible. Dialogando con alumnos descubrí que ellos creen conveniente no validar el sistema educativo. Pues ha dejado de ser garantía de ascenso social. Un beneficio que se había obtenido en nuestra sociedad y que revalorizaba la educación gratuita que tanto cuesta sostener.
La única esperanza parece agotada ¿y que les queda? Desesperanzados ven que sus padres recorrieron el camino sugerido a cambio de nada. La tecnificación y las crisis recurrentes de ineficaces políticos vacían los nichos laborales y queda solo para algunos acceder a la ayuda miserable del estado.
Deberíamos tener cuidado cuando se nos escapa que porque acceden a tal sistema de subvención eligen no trabajar. Porque justamente esta población activa no tiene otra que la informalidad laboral y las condiciones negativas que trae aparejada. Las opciones son áridas.
Desde la tranquilidad económica el prójimo critica por la vagancia elegida cuando solo logran cosas porque la mesa esta servida de antemano y solo resta sentarse a gozar.
Y a no ser que quien se postula no haya recorrido el sacrificado camino del estudio cosechando excelentes notas de tal manera de llamar la atención parece que los parámetros definitorios no se controlan.
Imaginar este panorama regado por la moda de la afirmación vitalista, el vivir en el presente, el circular por el carril rápido, atributos de la cultura que nos agobia por los medios de comunicación garantiza un circulo vicioso incontrolable. Esto fascina a los jóvenes y oscurece la búsqueda de sus raíces y lo peor suele estropear la oportunidad laboral lograda.
Parece que tal contexto se ha globalizado en esta región y la exclusión agrieta nuestras sociedades, se nos naturaliza la alternativa de posponer los proyectos como personas y con ello se rifa el futuro personal.
Lejos de querer dejar un sentimiento negativo vuelvo a recordar con una sonrisa los intentos de querer impactar pero sin que sea escandalosamente visible con los datos que publicamos en nuestro Currículum. La frescura se descubre en algunos datos que podrían ser ilustrativos en el desvelo por la aprobación y la picardía abre juego.

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