jueves, 25 de junio de 2009

El Perro

Esta es una simple historia sin comienzo ni final. He sentido la sensación de tener que expresarlo. Fui testigo de cómo un ser expresaba inocencia y extasío ante la novedad.
Se trata de un perro. No me conoce, parece que nuestro encuentro fue fortuito.
El, parece macho, tiene un pelo largo marrón, con collar blanco. De cuerpo bien proporcionado, los ojos pequeños y las orejas altas y plegadas. La cola larga y peluda, quiero decir con esto que era un perro estupendo.
Era ya una noche serena de otoño completamente estrellada. Escuchaba música y viajando a mi casa pretendía relajarme después de un día de trabajo. Y lo vi.
Ahí estaba sentado esplendido, con su mirada fija en algo que lo abstraía.
Habían pasado ya varios días de unos trabajos de remodelación de la vía de acceso que tomo todos lo días. Nuevos carteles, asfalto bien oscuro, semáforo intermitente para ingresar en ella, líneas refractarias. Trabajaron rápido y ruidosamente pero todo quedo perfecto.
Y por allí circulaba esa noche e imprevistamente me lo encontré. Fueron centésima de segundos en que lo vi. El no me registro pero su momento me impacto. Quedó en mi retina y circundó mi cerebro por varias horas.
Como cuento, apoyado en sus patas traseras luciendo su cuello impecablemente blanco y la mirada en alto. Atónito registraba la intermitencia del nuevo semáforo con su luz amarilla.
El solo. Sentado en el medio de una ruta ahora solitaria impactado, en la oscuridad interrumpida por el reflejo que daba en su cuerpo, que brillaba en sus ojos. Increíblemente el centelleo de la luz que lo cautivaba se repetía sin parar. Solo para el una función teatral única, un regalo, un recuerdo tal vez.
Su mirada era encendida sin duda misteriosa. Sentado en medio de la vía contraria mirando…pensé que disfrutando. Nada importaba, el parecía complacer un sentimiento guardado. La noche solitaria y calma lo cobijaba. Era el y sus pensamientos. Yo fui testigo y me sentí afectado.
El con su figura extraordinaria, desafiante e inocente ante la novedad lumínica se dejaba trasmutar y recorrer vaya a saber que recuerdos. Pasaban los minutos para el y nada importaba.
Algunas otras noches volví a pasar con la esperanza de verlo. Ya no estaba ahí. Y cada noche paso y espero verlo y sigo, pero quedo.

2 comentarios:

Salo dijo...

Me gusta!!!
Que raro que no te lo llevaste a tu casa!!!!

julian dijo...

muy lindo!!!