jueves, 6 de noviembre de 2008

Juegos con heridas

El bar se ve nuevo, los colores tierra hacen del ambiente un espacio calido. Las luces recién prendidas definen los rincones. Elegiste uno con vista a la vereda, donde la gente apurada vuelve y la que no apurada va.
El descanso te permite retomar lo que por la madrugada no se resuelve. Te sentís apocada por el presente. Esta cita a solas con tus sensaciones te tranquiliza, apenas algo. Mientras la danza de sentimientos, parecen tomar sentido, pues buscan, ordenan, resuelven al compás aunque las opciones que no son pocas no te completan..
Pedís un jarro de café y al rato el camarero deja tu pedido con elegancia mientras la música de Leila suena nítida:

Espere por mim, morena/Espere que eu chego já/O amor por você, morena...

El lago negro libera vapor. Su cuerpo oscuro te interesa, en el se reflejan haces de luces que provienen del ambiente y sonidos que reconoces. Lejos de ese ámbito tus pensamientos libres, nerviosos van y vienen sin saber hasta cuando.
La mesa elegida se convierte en una cárcel de las primeras reflexiones. El sector ya esta huérfano de los haces del sol de primavera. La tarde afuera esta calida y la gente anda con diferentes destinos.
Mientras tu cuerpo se distrae moviendo la cuchara. La haces girar sobre su eje y cada tanto golpeas en la cerámica, la oscuridad por momentos es total y de allí la infusión traspola al mundo pasado, son voces o una vieja imagen que inmediatamente se trepa por el vapor.
El ruido del metal y la cerámica cuando se encuentran te entretiene, tu mente angustiada espera que el café ya no queme. Te expones a las emanaciones que chocan con tu rostro, son aquellas propias criaturas que surgen.
Sola recorres con los dedos cada espacio de la mesa mientras que tu mirada atenta ignora tus manos, las imágenes interrumpen. La infusión caliente despide en su aroma esas manos que te acariciaron, embrujadas llegan a tus mejillas y con olor a café te rozan haciéndote sentir viva. Sonreís. Por momento crees que el esta por llegar. Dibujas perfiles con un meñique, letras invisibles de personas que te esperan.

Mientras tu corazón acelera intermitente no te percatas de la presencia del fantasma que mira detrás del vidrio. Su figura terrorífica avanzaba por la vereda y sorprendido por tus pensamientos frenó. Abandona el recorrido por el puesto de flores donde finge sentir el aroma de los jazmines. A su paso algún perro se fastidia porque lo presiente. Intrigado decide entrar anticipadamente a su cafetería preferida.

Las ideas se ordenan en la penumbra y la reflexión es oscura. Aprovechando la libertad que da la sombra la locura levanta vuelo. Crees que los sentimientos todo lo pueden contra toda especulación, y remolineas sin brillar y no encontras la razón. Esa que te previene, que no quiere más heridas. Y así tus sentimientos brotan sin frenos y te permitís soñar.
No podes vivir sin el amor y ¿ya van cuantos años? Tus sentimientos afloran en un suspiro repetido y confían incansablemente en revertir el destino pactado.
La necesidad de un cambio radical te afloro hace ya unas lunas, desde ese momento es que sentimientos, imágenes, personas, palabras y demás han sido arrastrados por viejas nuevas lagrimas. Sentís que es posible, lo necesitas.
El solo llorar no te reconforta, los recuerdos recalaron en lo profundo de tu nostalgia y desde allí gobiernan cada energía, cada impulso que disparado desencadena la opresión en el pecho. El control es total pero a la vez esos mismos desechos silencian las asperezas dándole una tenuidad suplicada. Ya las ausencias, las miradas que esperan, mucho menos el albedrío mutilaran los sentimientos.
El café se siente fuerte, el azúcar volcado en la mesa interrumpe el desvarío de tus dedos. El aroma recorre la distancia suficiente y seduce con su intensidad, te distrae y hechizada miras el espejo negro. Allí reflejado ves tus ojos enjugados en lágrimas viejas y nuevas.

El fantasma que ya entra a la mesa de siempre, perplejo no aparta la vista de tu pelo recogido. Percibe y siente las emociones que arrastra el vapor del café. Inesperadamente cambia su hábito y elige la mesa próxima a donde estas. Más no puede con tu alo de seducción innata y elige acercarse más. Atraviesa cuerpos sin percatarse, tu presencia lo desnaturaliza. Olvida los tormentos sufridos, las laceraciones por la condena.

Un movimiento descontrolado de tu mano tira el sobre abierto de azúcar. Sin querer una nueva actividad surge para poder concentrarse más en tus melancolías. Los granos de azúcar dispersos en la mesa son apartados uno a uno como lo ha hecho con lo que su alma rescata, así circunda el jarro caprichosamente. Para allí los granos blancos níveos. Hacia la veta mas oscura, principio de alguna antigua rama, los corpúsculo albos y entre medio algunos partículas inmaculadas olvidadas y otros mas lechosos que semejan un grupo. Así se ordenan y así confunden pues ellos son lo mismo. Y justamente eso es lo que te irrita, la Felicidad a lo lejos en el horizonte te sigue esquiva. Podría ser con uno, o con el nuevo o quizás con el. Finalmente la dulzura es la misma solo hay que llevarlos a la boca. Pero también saborearlos. Algunos ya libados no les supiste encontrar la dulzura, los padeciste dulces pero vítreos, dulces pero yermos, dulces pero ásperos.
Volves a girar la solución con la cuchara para borrar tu mirada reflejada que te asusta, aprovechas y escapas a recuerdos que te esperanzan, pequeños gestos que te sirven para aferrarte del naufragio que avizoras.
La oscuridad desaparece por un momento, algunas luces la abortan. Los dedos nadan en la madera lustrada y arrinconan los blancos granos derramados, ya ellos forman la isla. Allí tu mente vuela, busca un lugar, un oasis que contenga.
Te sentas en la arena blanca apoyada a una palmera y el viento alcanza tus parpados haciéndolos cerrar, se siente calido. Recuperas el control y avanzas con la mirada al horizonte marino, la silueta de la barca se desdibuja, parece que se acerca embarcado y dudas, la angustia crece y la imagen del navío se pierde. Se pierde junto a quien podía ser.
Una de tus manos se cierra en torno al jarro caliente, volves a tu realidad y te redescubrís alejada en el bar. Tu alma mueve el dial entre la lógica adulta y el idealismo adolescente. Desde la primera estación las voces son claras, moduladas. Pero no incentiva atención, no tienta.
El ritmo de tu corazón hace interferencia, se siente víctima y lleno de cicatrices te implora fantasía. Ruega por encuentros al atardecer, necesita de cartas y de silencios en reposo. Una tarde de lluvia para compartir junto a atados de sueños carentes de realidades restrictivas. Exige incansable recobrar la magia provocada desde la ilusión de un mundo eterno ideal. Pretende con la sensación de que sin su presencia ya no hay nada, que con el solo basta.
Tu corazon esta ávido de asociar aromas con abrigos, caricias o pelos que resbalan en la piel. Adicto pide más de su propio veneno.
Pero la sensatez es un puerto seguro y los sentimientos navegan hacia el. Allí podrás descansar, encontrar y por fin sentirte completa. Ya el alma sabandija no evidenciara el vacío, real y frío.
Los cuentos de caballeros, dragones y de jardines floridos no son mas que eso. Entusiasman y permiten creer en que todo es posible pero la cosa es de dos y no solo de sueños.
Esta vez el indicio es contundente. La posibilidad de comenzar una etapa en donde se comparte no solo vísperas soleadas sino también ciclos ventosos parece que es la clara certidumbre. Ya quedan atrás las aspiraciones de la casa junto al lago en una primavera eterna.

En un momento giras a media para observar si realmente alguien esta detrás. El fantasma, condenado a vagar sin poder sentir nunca jamás el contacto con otro ser, explota al máximo los otros sentidos. Necesita observarte hay en algo en vos que lo atrapa. Tentado decide sentarse a tu lado, se acerca peligrosamente, este nuevo compañero que no percibís se detiene al quedar cara a cara y olvida por un momento que vos no lo ves. Duda de intentar besarte, se recobra y estático te observa. Toma distancia aferrado al aroma del café reacomodándose en la silla. Caminos diferentes y el mismo destino el de pretender olvidar para dejar de suspirar.

Avanzas sobre la taza y tomas el primer trago. Te asustas porque crees ver lo que esta por venir, sabes que ya no volverá. El sabor se declara fuerte mientras recorre tu boca, pretende quemar pero la dulzura distrae tu atención.
Lo que era un juego de seducción con el se desborda y ya no hay control. Te quedas pese a no estar y arde, las imágenes de tu piel friccionando con la de tu amante te elevan a un estado especial. Sus labios entreabiertos dejan escapar susurros ahogados de te quiero que no llegan. Las miradas conectan y no hace falta decir nada.
El café quema y la ausencia llaga. La que se genera con la inmediata despedida después de cada encuentro. No hay tiempo alega y sola quedas en la profundidad de la cama deseando lo que no fue, sola con su olor impregnado. Con tu cariño despreciado, con abrazos no rendidos. Abandono y silencio, la letra chica del reglamento.
Agotada por pequeños pesados fracasos levantas la taza y hueles el aroma intenso.
El perfume ingresa en tu cuerpo y recorre como un haz de luz tu mente anestesiando la preocupación. Parece narcotizar cada herida, sabes que es eventual pero disfrutas de esa menuda placidez. Un segundo trago cálido te reconforta. Penetra con su dejo dulce y parece enjuagar.
El juego termina y con el los encuentros. La esencia del café invade y enturbia el olor de él en tu rostro, pese a ello en tus labios se siente, adictivo aroma que finalmente abandona. Un trago mas y el placer de la infusión completa toda tu atención.
Mientras los sorbos de café ganan el cuerpo. Las manos frías buscan cobijo abrazando la taza hasta estrecharla con más fuerza. De igual manera que te aferras a esos viejos sentimientos. Es verdad, sabes que es solo por un tiempo, luego la ausencia invade, enfría. Ya lo sabes.
La pócima aniquila pero provoca.
La mano sin anillo no descansa y continúa su juego circular. Hipnotizada por el brillo oscuro deja que el vapor la adormezca. Pero con el, los sentimientos que surgiendo de lo oscuro impactan en tu rostro, confunden.
Un suspiro te permite el paso a la sorpreda, ya la Noche anda por la vereda. La Luna asomando pretende claridad y se desordenan las ideas en tal transparencia. Las emociones se esconden encandiladas por la razón. Los pensamientos fluyen pisoteando los sueños, parece todo mas ordenado. Ahora entendes lo efímero, ahora recordas que fuiste vos quien no quería compromisos. Será lo mejor te repetís. Borras su número del teléfono decididamente, te prometes dejar de verlo en cada gesto de cualquier desconocido. Pero las imágenes son tuyas y haces trampa con el ultimo trago, mas dulce, y conmovida te decís que no podes y ahí mismo sorprendida te encontras iniciando una aflicción inesperada. La piel grita la verdad en tus oídos y se siente por todos lados, no podes escapar. ¿Por qué es tan difícil dar solo momentos?
Un último trago impacta en su dulzura, el café ahora es más, dispara sabores anunciando la intensidad. Al igual que el corazón implora aferrarse a esta antigua y renovada presencia, ausencia que surge siempre antes del aura. ¿Será cierto cuando aventuran que la magia es posible? ¿Encontrar el encanto en los momentos simples con alguien que solo tiene sangre roja será conformidad?

El espíritu a tu derecha contempla tus ojos esquivos. Ha decidido recobrar su camino, pretende olvidar su condena. El a su manera amo pero lastimo, hirió y pensando que perdía todo le decepo el brillo de los ojos, guardo el cuerpo lastimado y horrorizado se agoto, se marchito en la angustia. Vos le recordaste que amo mal, tu pelo descubriendo tú nuca lo transporto y la infelicidad lo abatió, deseo tocar tus labios pero ya maldito recordó que jamás podría sentir lo que ahora tu amante ha despreciado. Condenado su pesadilla se reitera en cada pelo recogido. No puede esconderse de su designio pese a la noche y en ella se aleja en búsqueda del aroma del jazmín que ya no lo recuerda.

El aire que ingresa despeja las emociones hacia la oscuridad. La razón gobierna y la complicidad en tu corazón conspira. Alejandro canta:

…Nada es eterno/todo llega al final/tan solo se que busque y que busque/lo que este mundo me duele y me da…

La noche esta lista para nacer. Tus amigas ya llegan y tu animo recobra vigor, aunque tu alma esta herida.
Promesas que recobran y sueños que completan se disuelven en el ambiente. Olvidar parecía fácil.

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